Cuando estamos lejos de nuestra tierra hasta las rivalidades se olvidan

Hace algunos días, estaba en mi trabajo, cuando de repente vi algo muy familiar. Una camisola de fútbol de rayas azul y negras. La llevaba un muchacho que estaba sentado en la barra. Increíble pensé. No puede ser la que creo. Di la vuelta por la cocina y salí del otro lado del bar, para poder ver el escudo del equipo. Y resultó cierto! Era del Gremio de Porto Alegre! Me acerqué al muchacho y le pregunté:
--"Perdone, usted es guatemalteco o brasileño?"
--"Brasileño". Me contestó.
--Sabe, tiene puesta la playera de mi equipo rival. Le dije.

El muchacho se llama Rogério (mismo nombre de mi padrino), y está en Guatemala a trabajo por tiempo indefinido. Según dijo, es originario de Bento Gonçalves, interior de mi añorado Rio Grande do Sul, dónde fabrican deliciosos vinos que conozco muy bien.
Me impresionó mucho encontrar compatriotas que vinieran de mi tierra, la mía, el sur. Pero lo que me impresionó más, cómo le dije a Rogério al despedirme:
--Nunca hubiera imaginado sentir alegría al ver esa camisola!